Después de
un intento por quitarse la existencia, debido a un accidente ferroviario que le
hizo perder las dos piernas, el tunero
Francisco Cutiño Oliva, no pensó quizás que el baile fuera a venirle como
anillo al dedo para pensar en la vida.
A la vuelta
de casi quince años, Cutiño no le importa hablar de su limitación y hasta de forma
jocosa se refiere a ella cuando hace la anécdota del día que fue a entregar una
carta y la dueña de la casa le advirtió de un perro que mordía; él, con el mejor carácter del mundo le
contestó que podía hacer lo que quisiera con sus piernas, que no tenía miedo.
Pero no son
estas anécdotas las que le han restituido el deseo de vivir. Incorporado a la
Asociación de Limitados Físicos y Motores (ACLIFIM) del municipio tunero de Manatí,
ha desempeñado roles de dirección y con la ayuda de dos prótesis ha vuelto a
bailar.
“Siempre me
ha gustado el baile y después que tuve el accidente pensé que nunca más lo iba
a hacer. Yo mismo me confeccioné de palo
las primeras prótesis y luego me compré otras hechas de fábrica. Dije, si logro
montar bicicleta, puedo hacer de todo. Y así fue, probé y conseguí manejarla
bien. Más tarde comencé a bailar”.
Así de
desenfadado cuenta su historia Cutiño, el tunero que tiene de pareja en el arte
a Niurys Barceló, otra miembro de la ACLIFIM en Manatí, por la limitación congénita
de una de sus manos y que aun así, han alcanzado primeros premios en festivales
nacionales de la organización, bailando y pasándola bien.
“En cierta ocasión, el jurado
que determinaba los primeros lugares de una competencia regional no quería
darnos el premio y Cutiño tuvo que enseñarle las prótesis para que conocieran
que en verdad era impedido”.-Enfatizó Niurys, cuando nos
acercamos a ella para que hablara de las experiencias que ha tenido con su
compañero de baile-.
Ambos,
Francisco y Niurys, tienen familias que atender y un importante desempeño en la
ACLIFIM de Manatí. Manifiestan que
tienen mucha vida por delante y a esa hay que sonreírle siempre, como en el
baile.