Una publicación para describir e informar

jueves, 28 de junio de 2018

Pirámide normal


Acabo de concluir el último paso formal de un curso de maestría en Ciencias de la Comunicación: la defensa del informe investigativo.  El escalón lo traté de resolver desde una mirada comunicativa y axiológica, pero terminé rendida a los imperativos del lenguaje científico. Fue algo así como una suerte de duelo entre el Periodismo de terreno vs  Academia.    
Traté de transmitir la esencia del asunto relacionado con que los periodistas de Tunasvisión realicen más crónicas y testimonios…La idea la entendieron; sin embargo, quedé con el desconsuelo  -amén de otras condicionales que pudieron encontrar-, de percibir cierta insatisfacción por parte de algún que otro (a)  al no defenderme estrictamente con los términos de los cuales ellos son paradigmas.
Para mi resultó una paradoja hablar por veinte minutos un discurso aprendido, cuando en esencia defendía la condición de un lenguaje, no por sencillo y coloquial, poético y armonioso.
Mientras, con una segunda mirada observaba a un tribunal, en su generalidad, expectante y polémico; con el primer vistazo, apercibía  a ciertos amigos y amigas transmitiéndome con sutiles pensamientos: _Esto es así, pero sé tú. O en la última fila del auditorio disfrutar a mi familia con el semblante de ser testigo  de una página inédita en su vida. Esa, mi gente, era mi crónica, surgió allí con la intensidad de las aguas arremolinadas y la sutilidad -a decir de Reinaldo Cedeño- de la luz tenue de candil.  Era  la misma crónica que defendí en un discurso científico “a medias”.   
En un abrir y cerrar de ojos terminó todo. Muchas citas preparadas y hasta alguna que otra anécdota quedó por decir fuera de los veinte minutos, pero no hizo falta. Después del protocolo, cada uno que formó parte del tribunal llegaría a casa con el deber cumplido; yo, en cambio con una historia más que contar, y un grupo de público que aplaudió sin haberlo escuchado.
Una vez en mi hogar y despojada de términos y frases de cumplimiento pude abrazar y decirles con libertad a los míos: ¡Contra, qué bueno fue verlos allá atrás en el salón, como barrera guardián de mi esfuerzo y mi palabra!