La problemática de género
como fenómeno que los estudiosos se empeñan en decodificar, hoy resulta un
escollo a vencer. La familia, como célula elemental en el progreso de la
sociedad, debe jugar el primer rol en ese objetivo.
En el hogar es donde primero
se le dice a los hijos, ya sea con acciones, o verbalmente, cómo deben
dirigirse, y hasta qué decir en momentos determinados. Si los conceptos de papá
y mamá son torcidos o poco sustanciosos, así será la enseñanza que se les
traslade a los descendientes.
Por ello, la acción de los
medios de comunicación en el interés de encaminar correctamente los patrones de
conducta adecuados, resulta una posibilidad más al alcance de la familia. Los
distintos géneros periodísticos pudieran ser efectivos, según se usen, en el provecho
de transmitir enseñanzas ilustrativas o correctivas que permitan solventar
inconvenientes de género.
Cada país, según su
idiosincrasia, tiene trazados esquemas de conducta a seguir. Sin embargo, hay
códigos comunes para cualquier nación destinados a hombres y mujeres, para
niños y niñas. El que exista, no significa que se violen las necesidades de
cada individuo, no solamente en el tema
de la inclinación sexual, sino en todos sus derechos.
En Cuba resulta
significativa la ganancia que muestran
los centros de enseñanza pre escolar en la necesidad de equilibrar las
actitudes de los pequeños a la hora del juego. El Intercambio de juguetes “para
niños” con los “de las niñas” alcanza buenos resultados.
Pero cuando algunos padres
llegan a casa y ven a los pequeños hacer uso de “juguetes equivocados”, el niño
o la niña recibe una información que lo hace dudar y confundir. Ahí es donde un
ente neutro como los medios de comunicación pudiera tener su protagonismo.
Series televisivas como La cara oculta de la luna, ilustró muy
bien el problema de género en cuanto a la sexualidad; el espacio Cuando una mujer ampara semanalmente el
rol de las féminas en la sociedad cubana, y El
elefante y la hormiga defiende el espacio para niñas y niños en su
interacción a través del deporte, la recreación y el conocimiento.
No son casuales estos
espacios, pero pudieran producirse más, en aras de contribuir a la ayuda de
solucionar muchos inconvenientes de
género que hoy persisten, independientemente del esfuerzo que realizan
organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), los propios medios
de comunicación masiva y otras instituciones.
Se trata de inculcar el respeto a la identidad de cada sujeto, en
defensa de sus derechos como persona, independientemente de las creencias e
inclinaciones. Buscar la diversidad, la comprensión y el respeto por las
decisiones ajenas. Y en eso, la familia no debe jugar un papel pasivo, sino creador
y participativo.
La utilización correcta de
los distintos géneros periodísticos para destacar el papel de la mujer, en
labores poco común como la de ser carpintera, cochera, o albañil,
por solo citar algunos ejemplos, sería bastante convincente para el intento de
lograr la igualdad de género que tanto se aspira alcanzar en Cuba.
O algo tan sencillo como mostrar a un papá
como acompañante del hijo en un hospital, pudiera ser un buen modelo a imitar
por millones de padres en la Isla. Ahí es cuando entra a desempeñar el papel
orientador cualquier medio de divulgación que intente plantear el tema.
Sin embargo, más que un
reportaje, una entrevista o un artículo realizado con ese fin, la guía correcta
de la familia va a resultar siempre lo
primero y más valioso.