Sonia Hernández Silva y Kirenia
Peña Cruz, son dos educadoras que no han
podido concebir pero tienen doce hijos e hijas en el Hogar sin amparo familiar de
la ciudad de Las Tunas, a quienes les brindan todo su afecto y amor.
Vestidos, blusas, juegos de
pantalón, ajuares especiales entallan ellas y varias mujeres más a una figura
esbelta, con pelo suelto bien arreglado y un ánimo expreso de satisfacción y
agradecimiento.
Todas tienen literalmente
una encomienda gigante por estos días: Preparar la fiesta de quince a una de
sus hijas. Anabel, la cumpleañera, está expectante, por lo que sucederá en unas
horas.
“No logré tener hijos y en
su lugar, tengo ahora mismo doce, -explica Hernández Silva, la directora del Hogar-,
somos 21 trabajadores que durante las 24 horas del día dedicamos nuestros
esfuerzos a niños y jóvenes con edades comprendidas entre 6 y 18 años.
“Soy madre de corazón de
todos los niños y niñas que han pasado por aquí. Tengo hacia Anabel una dedicación especial y su hermano de 12
años que también vive aquí con nosotros. Como a otras que les hemos festejado
los quince años, a ella también le dedicaremos una jornada de celebraciones en
la que muchos organismos e interesados han cooperado”.
Anabel Oliver Rodríguez es
una adolescente que estudia en la Escuela
de Iniciación Deportiva (EIDE) Carlos
Leyva González, de Las Tunas, en la especialidad de
baloncesto y tiene como perspectiva, además de integrar la selección nacional
de ese deporte, estudiar Medicina y hacia esos objetivos encamina sus planes:
“Le doy gracias a Dios en
primer lugar y a las tías de este Hogar,
por todo cuanto he recibido. Aquí tengo lo necesario y el amor de cada una. A
veces me siento sola, es verdad, pero cuento con Sonia y a Kirenia, que ante
cualquier duda, o decisión, consulto con ellas; hablamos y me apoyan mucho,
-dice con seguridad la joven deportista y agrega: Mi hermano y yo convivimos en
la Casa desde hace más de nueve años. No fue fácil al principio, pero ya nos
hemos adaptado”.
Anabel prefiere no hablar de
su origen. Se hace innecesario cuando ella y su hermano reciben una educación
de lujo, si de amor y responsabilidad se trata. No se sienten apocados porque
gozan, más que de cualquier beneficio material, del cariño de varias madres al
mismo tiempo.