Una publicación para describir e informar

jueves, 11 de octubre de 2018

En la orilla de la esperanza


¡Ay! Negra, que cuando una está en desgracia, ahí es que te das cuenta del valor de las personas, hasta tu misma familia te aparta, te aplasta como una cucaracha, te da patadas y tú intentas virarte bocarriba, entonces aprovecha para dejarte sin escape, sin respiración, ahogada en un saco oscuro amarrado por la punta.  Qué terrible es que la sangre se te vaya para la cabeza, lenta y caliente,  como mermelada de mango cuando se va refrescando y tú a querer controlarlo todo, mas sabes que no eres Dios. Dios te da la medida de lo que necesitas, Él no falla. Pero qué falta me hace saber que el ser humano no es lo que muestra…
Qué bueno que estás ahí, Negra, socorriendo sin poder, mirando que se me escapa el aire y lo quiero agarrar en la orilla de la esperanza. Ahora que me siento el último de los puntos del Universo, ahora sé que la vida puede pender de un hilo y soy el bufón más estúpido que trabaja para los que se visten de rey…Me doy cuenta de esa realidad tan camuflada, y no piense alguien que soy diferente a los ratones de cuevas... Este chorro de sudor no significa nada, no es miedo, es la respuesta a tanta sangre en la cabeza, Negra...  Todos se fueron, me dejaron sola con la turbación y el rencor que me estruja la cara y dice bajito que caí en su trampa, pero no es hora todavía de agarrar la cordura por donde se merece, por los hombros, así, a ras…
Esta cara de idiota no cuenta,  no la mires de frente porque te envestirá como un toro salvaje huyendo de su víctima; sin embargo, soy de un papel enrarecido por el tiempo y los maltratos… Tú estás ahí sin saber qué hacer, pero eso basta, tu presencia es un bálsamo que se derrama en este río infinito de humillación, porque no soy nadie con tanta sangre en la cabeza, que ahora quiere escurrirse contigo al frente, y tú repasándome con ojos de carnero degollado…No me mires así, Negra; la lástima no salva ni un ocho cuarto, aunque te agradezco que apareciste cuando mi familia salió desbaratada de la risa pensando en una escena de teatro bufón. ¡Cuando se está en desgracia ni los de uno quedan, Negra!…¡Negra, mi buena samaritana!...