Una publicación para describir e informar

sábado, 27 de febrero de 2016

A Colón se mira desde adentro


Puede que el que se llegue por el municipio matancero de Colón, pase por él sin penas ni gloria. Pero el quid está en mirarlo desde adentro. Es cierto que es otro más. Uno de esos tantos pueblos del interior en el que la gente se despierta una hora antes de ir al trabajo, y se acuesta después que ve la novela. En el que cada familia se conoce y sabe dónde trabaja y los que llevan la moda "alante" se sientan en los bancos improvisados de la esquina "La Tijera".
Sin embargo, no bastan esas justificaciones para tratar de convencer al que llega por primera vez,  de lo natural que puede ser visitar un pueblo aparentemente repetido. A Colón hay que buscarlo en el ir y venir de la gente, en las andanzas de las personas hacia los centros de labor,y en las encomiendas de los mercados para comprar la ensalada y frutas del día.
Colón se puede encontrar en los viejos que hacen los asientos todos los días en el Parque de la Iglesia...En las calles rectas y sencillas de su perfecta llanura interminable, en los pocos techos de tejas criollas y francesas que persisten, pero que marcan diferencia con la mayoría, hechos de rígidas placas convencionales.
Todo está en la manera que busque el detalle irrepetido, en el deseo de muchos por permanecer allí, donde todo es igual a todo y nada es igual a nada; mas, sus habitantes se saben coherederos de costumbres, tradiciones y memorias, que solo se pueden percibir en pueblos como esos. De ahí su grandeza.
 Es un municipio básicamente azucarero  y entre los catorce con que cuenta la provincia de Matanzas, uno de los de mayor importancia económica y sociocultural. Sin embargo, para quienes son naturales y no viven el terruño, esas características resultan limitadas. La añoranza por su olor; el excéntrico polvo  rojizo  pegado en los andenes; el saludar de la gente, la indiferencia de las fachadas de las casas, puede inquietar en cualquier momento a vivirlo nuevamente.
Por eso, el que tiene la pena de haber perdido  algún ser querido en ese lugar y la gloria de haber nacido allí, tiene argumentos suficientes para poder mirarlo de adentro hacia fuera y que no llegue nunca a ser, un pueblo más.




martes, 16 de febrero de 2016

Las Tunas invita



Visitar la ciudad de Las Tunas  es contar con el privilegio de ser un caminante de lujo. Mientras recorre sus calles se puede percatar de estar frente a un tablero de ajedrez donde las fichas se acomodan al mismo eclecticismo.
Las Tunas siempre invita, presta de aquí, toma de allá, pone, quita, es emergente, sugerente…Atrapa al más desapercibido de los viajeros. Sus hijos sienten la ausencia cuando no están ahí para suspirar cuando aprecian sus encantos, o simplemente alguna renovación.
Porque la ciudad es un tapiz de muchos colores y gustos. Los oriundos la califican como su “primer pueblo”, “mi casa”, “siempre renovada y trasformada”, “mi terruño”…
Se parece a sus habitantes: decididos, laboriosos, alegres, emprendedores, tenaces. Nada falta en su calificación, nada sobra en su belleza.
Sus naturales la añoran, la sufren, la desean, pero ella sigue ahí impetuosa, desafiante, recibiendo al forastero y a sus pobladores, porque la ciudad de Las Tunas siempre invita con las puertas abiertas.