Una publicación para describir e informar

sábado, 18 de junio de 2016

De lo antiguo, lo mejor.



Volver a las raíces siempre es bueno. Un Acercamiento a la tierra natal después de años sin verla es gratificante. Así, solo un recorrido por las calles de Colón bastó para recordar.
Es increíble saber cómo los olores, colores y hasta los sonidos pueden remitir a épocas y circunstancias. Recordé entonces parte de mi infancia. Varios pasajes llegaron a mi mente. Sin embargo, me detuve en uno: en el respeto que se ponía de manifiesto a cada instante.
Contrario a lo que venía apreciando en el ómnibus que viajaba, me acordaba de la relación padre e hijo, la cual era bien diferente a la de hoy. Solo con el ejemplo, mis progenitores me enseñaron que la prudencia, el respeto, la solidaridad y la preocupación y ayuda por los demás eran intrínsecos de personas con sentido común, aun cuando no mediara educación cristiana.
Era entonces tan fácil disculparse, pedir permiso, agradecer, no inmiscuirse en el diálogo de los adultos, conversar largos ratos con los padres. No era una generación perfecta, pero daba mucha importancia a las relaciones interpersonales, a la educación cívica, al respeto hacia los demás.
Siempre había un espacio para el consejo, enseñar las buenas costumbres, y al mismo tiempo, mostrar la distancia entre padre e hijo, cosa que no vi en la relación de un jovencito con la abuela, en el ómnibus donde viajaba hacia mis raíces.
Al respecto, el Apóstol de la Patria recalcaba:
“El pueblo más feliz es aquel que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido ama el trabajo y sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque.” (José Martí. Educación popular, O.C.T. 19, p. 375.)
No se equivocaba Martí al subrayar que El pueblo más feliz es aquel que tenga mejor educados a sus hijos (…) Y claro que la Educación en nuestro país, va más allá de enseñar Español y Matemáticas; sin embargo, el resultado del conocimiento de los alumnos parece ser muy angosto.
Es usual ver a niños y  jóvenes detrás de productos comunicativos banales, ven y escuchan audiovisuales donde prima la violencia y lo grosero y muchas horas al día se las pasan ajenos al cariño filial, pues una buena parte  padece de  phubbing”, que limita el momento de entablar una conversación familiar o amistosa.
¿Demasiado apuro en las tareas del día? ¿El uso y abuso de las nuevas tecnologías que separan a las personas? Quizás de todo un poco. Lo cierto es que las actuales relaciones interpersonales exigen una mirada más aguda, en el camino hacia el respeto y el rescate de valores como la sencillez, la honestidad, y la laboriosidad, por solo citar algunos de ellos.
El desarrollo no se puede truncar ni vivir ajenos a él, pero de lo antiguo, escoger lo mejor, nos ayudará a sortear mejor la necesidad de no permanecer de espaldas a esta modernidad que impone la dialéctica.