Hay
gente, mucha, que son felices, no tienen inconvenientes, van por las calles
alegres, erguidas, pensando solo en lo bueno, en las cosas de la
escuela o del trabajo, los quehaceres del hogar: preparan tranquilas sus cenas,
comen sosegadas, descansan, aman a sus
parejas sin limitaciones, concienzudamente, abiertamente.
La
gente es normal, comoquiera es normal, si es blanca, si es negra, si es mulata…
pero es normal, no necesita consejos de nadie, porque ella sabe por dónde debe coger, no se turba, no se ahoga en
un vaso con agua, no se malhumora, no es indecisa, siempre sabe lo que hace,
nadie se mete con ella porque lo concibe todo bien.
Los
hombres y las mujeres que caminan por las calles son equilibrados, comedidos, estimados por los demás, gozan de respeto social, son
irresistiblemente perfectos… hay quienes se sientan en los parques a decirse
secreticos, a pasarla bien, a olvidarse del mundo… a amarse…
Otros se manifiestan certeros, con una sonrisa a flor de
labios, son capaces de despertar los sentimientos más agradables que
existen. No se estresan, no son aburridos, porque son muy sociables, se
comunican bien, manejan excelentemente las relaciones interpersonales y por eso
son extrovertidos.
Aquéllos,
sí, a esos… les va bien todo, cuando digo que les va bien todo, es todo: la
salud, las finanzas, la familia, los amigos, el sexo… No tienen complejos,
nadie los critica porque son amables. Asumen prioridades y las realizan sin
titubear, planifican sus vidas en formato Excel y el plan de trabajo del día lo
ponen en su celular para llevarlo a cabo, detalle por detalle.
Esa
gente que yo digo cierra sus puertas temprano, allá dentro en la casa todo es excelente y luego se acuestan diciéndose “buenas noches”, “ha sido un día
magnífico”, besándose en la frente, porque existen pocos problemas, todo salió a pedir de boca.
Hay
gente, carajo, que vive bien, qué hay gente de qué; todos, todos viven como
debe vivir el ser humano, ninguno sufre… aquí mismo desde este asiento del
patio estoy viendo todo. Nadie sufre, nadie, nadie, nadie... ¡Ahora que no vengan
a echarme miedo con el médico y decirme: vaya a acostarse…! ...Si sólo son las
tres de la mañana.