Una publicación para describir e informar

martes, 23 de enero de 2018

No a la vulgaridad, pero todos somos CUBA



El triunfo del equipo de béisbol de Las Tunas sobre el conjunto de los Industriales, perteneciente a los play off de esta 57 Serie Nacional, ha traído alegría para unos y congoja para otros.
Pero también ha hecho reflexionar a quienes abogamos por la mesura y el buen comportamiento. Acerca de este asunto, es oportuno reflejar las acotaciones del comentarista de una televisora  con alcance nacional, en relación con frases  inoportunas de los aficionados tuneros hacia el equipo azul, mientras se ejecutaba el séptimo juego.
Este hecho hizo que el comentarista capitalino se pronunciara contra los tuneros de manera peyorativa en una emisión televisiva del Canal Habana el 17 de enero, pues con demeritar a un grupo, en una misma cesta echó a todos. ¡Incorrecto! Cuando la ética flaquea suceden estos lamentables hechos.
Al calor de un juego tan dramático como el que tuvo lugar, se dicen muchas palabras y frases desagradables y hasta ofensivas. A nombre de todo el que no tuvo que ver con el asunto y hasta de los involucrados, pido disculpas, pero no dejemos a un lado tampoco que cuando los tuneros han ido a jugar al Latino también han recibido injurias.
Es indudable que el comentarista capitalino no fue testigo de la ovación que los trabajadores del Hotel Las Tunas brindaron al equipo de Industriales por la recompensa de habernos honrado con su presencia en el estadio Julio Antonio Mella y haberle dado tanto colorido a la 57 serie Nacional de béisbol.
Todos somos de Cuba y todos somos CUBA. No olvidemos que la capital se beneficia con el esfuerzo y el talento de muchos provincianos en diferentes sectores de la economía y los servicios. Desdeñar a cualquier provincia o lugar del “interior” es un error, porque podríamos estar en contra de personas de gran valía que nada tienen que ver con la grosería y la vulgaridad expresadas en un momento como ese.
Que este incidente sirva de lección para quienes  tenemos la posibilidad de tener la palabra como baluarte. Para quienes deben ser imparciales y la pasión los desvirtúa.
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lunes, 15 de enero de 2018

Colección gigante.



Zoila Rosales Reyes recuerda cuando se sentaba junto a sus hermanos, a los pies de su padre, para escuchar los discursos de Fidel, no importa cuán largos fueran. Se hizo una costumbre en su hogar. Pero así como ella y sus hermanos crecieron e hicieron cada uno sus familias, la de ella también ha tomado su rumbo.
Hoy la soledad la sortea con las labores propias que conlleva formar una colección bien estructurada sobre la vida y obra de Fidel Castro. Seleccionar más de tres mil fotos y literatura presupone una ardua labor. Los cuidados tienen que ser redoblados para tratar de conservar el papel por más de veinte años:
“Mi papá me puso en las manos la primera foto enmarcada de Fidel. Me dijo que como yo escribía poemas y ya le había dedicado uno al Comandante, que empezara a coleccionar. Y ese fue el pie para comenzar”.

Además del cariño que siente por la primera foto de su colección, atesora otra con esmero, pues piensa que tiene un valor excepcional:
“Conservo una foto que creo es inédita. Fidel se encuentra con una rodilla apoyada en la tierra, con el fusil al hombro, la camisa semi desabotonada y una niña descalza dándole un beso en la frente.  Ese tesoro me lo obsequió la nieta de unos combatientes que lucharon junto a Fidel en la Sierra. Desconozco quién hizo la foto, pero la tengo yo.”
La historia que regala la foto inspira aun más a la coleccionista, pues demuestra la grandeza de un hombre sui géneris:
“Fidel es grande, como él, aparece uno en cada siglo, ojalá el de este ya esté en camino. Él me inspira. Yo pasé un  proceso de enfermedad relacionado con la columna vertebral hace unos años y él me dio fuerzas para vivir. Ya estoy bien de salud pero me sigue transmitiendo ejemplo”.
La casa de Rosales Reyes  se ha convertido en una suerte de hemeroteca para la consulta de estudiantes y vecinos:
“Muchas personas me guardan fotos de Fidel, me las regalan. Yo he ido a más de 45 kilómetros a buscar una foto de él. He llevado parte de mi colección a muchos lugares y a centros como la Universidad Lenin de Las Tunas. Cerca de mi casa tengo una escuela que muchos niños y maestros vienen a consultar algún acontecimiento, fecha, o cualquier otro dato sobre el Comandante y los he podido ayudar”.
Ya Zoila está montada en un barco que navega desde hace tiempo y ahora, más que antes, no lo dejará naufragar:
“Estaré coleccionando hasta que tenga fuerzas…”
Ella, como tantas cubanas y muchas de otros lares, quisieron un día demostrar su cariño a Fidel; sin embargo, el anhelo queda incrustado en cada una de esas fotos amarillas por el tiempo, pegadas como un beso a la pared de la casa de Zoila, en Alturas de Buena Vista, en Las Tunas.