Una publicación para describir e informar

domingo, 8 de febrero de 2015

La reina de las alturas



Carmen Ávila Silva separa los deberes del hogar, sus dos hijos y el esposo, para asumir cada mañana una jornada de riesgos, en el Taller de revisión de ferrocarril de Las Tunas:
Los asuntos de mi casa son de allá y mi trabajo es aquí, de mi concentración depende que no haya accidentes y que la calidad de los aditamentos que se muevan se traslade en buen estado. Aquí he hecho muchas labores, desde pintar una casilla de tren, hasta destornillar o martillar piezas pesadas. No le tengo miedo a nada.
Con una leve sonrisa y un gesto en los hombros, Carmen dice cuánto es capaz de  hacer: Un día se le fue el freno a la grúa y fui a dar contra el limitador de parachoques, mis compañeros allá abajo estaban asustados y yo riéndome acá arriba. Le dije al jefe:


¡oye se le fue el freno a esto!, entonces el electricista subió rápido y controló la situación.

Carmen es una de esas cubanas que enfrentan diariamente el desafío. De auxiliar de higiene del lugar, se ha convertido en la reina de las alturas, precisamente porque no le teme a nada, -según sus propias palabras-. Desde hace doce años, sube y baja de una grúa, a unos seis o siete metros del nivel del piso, con la mayor serenidad del mundo:
Me siento orgullosa, orgullosa de ser la única mujer que ha dado el paso al frente en esta actividad, porque el puesto siempre había sido para hombres. Me llevo bien con todos, nos respetamos. Este trabajo no ha limitado en nada mi feminidad, me arreglo el pelo, las uñas, me maquillo…
Atrevimiento y sonrisa son una aleación perfecta que se parece al optimismo, atributo principal de Carmen, la gruera del Taller de Ferrocarril de Las Tunas; destacada en su labor, de cuya actividad nunca piensa renunciar.