El
Rinconcito es una comunidad del municipio tunero de Jobabo, en el oriente de
Cuba. No hace tantos años allí vivían cerca de mil habitantes, sin embargo,
algunos han emigrado a zonas donde están más cerca de la carretera y de sitios
con mejor situación con el agua potable.
Pero
un joven de 31 años se ha encargado de transformar la situación. Su nombre es
Alexis Rodríguez Espinosa, un licenciado en logopedia que ha devenido delegado
del Poder Popular, porque la mayoría de los habitantes lo eligieron abierta y
democráticamente para ocupar tal función.
Desde
hace casi un año gobierna la zona rural con varias dificultades por resolver,
pero que ya sus empeños por cambiarla van más allá de su esfuerzo personal.
Ha
inmiscuido a todos los estudiantes de la enseñanza primaria que tiene en su
radio de acción y con ellos, como protagonistas, lleva adelante un proyecto comunitario
que lo ha llamado Palma sola. “Así, por
el nombre de una obra del poeta nacional cubano Nicolás Guillén y porque este
lugar está muy apartado de la ciudad” -explicó Rodríguez Espinosa a entrevista
realizada para la televisora Tunas visión.
El proyecto
consiste en resaltar el potencial artístico y cultural de los niños para buscar
unidad, interacción, y eliminar inclinaciones de indisciplinas sociales. Pero
con ello también se prevé la construcción de un centro de referencia cultural territorial,
a través del cual se mejorarán los caminos y carreteras, y quedará resuelta la
situación de la escasez de agua.
El
nuevo delegado tiene en su jurisdicción una bodega, círculo social, consultorio
del médico, un comedor para asistencia a personas con bajos ingresos, sala de
vídeo y escuela, la cual constituye el centro de la comunidad.
“Yo
nací aquí y me fui de pequeño a estudiar a la escuela para ciegos de La Habana.
Después hice la enseñanza preuniversitaria y más tarde la licenciatura en
defectología y logopedia. Cuando decidí regresar para acá una amiga me dijo que
me arrepentiría y el otro día la vi en Las Tunas y le recalqué que no me había
arrepentido todavía de haber venido, ni lo haré nunca” –dijo el joven gobernante.
Los
electores de El Rinconcito siguen a su delegado. Él convoca y el pueblo ejecuta
los objetivos. Tiene fe en la transformación. Asume con entusiasmo cada tarea
al lado de sus vecinos.
Sus
padres lo apoyan y estimulan. Su hijo no es bien considerado porque sea
invidente de nacimiento, sino porque se ha ganado el respeto por su esfuerzo y
modo optimista de ver la vida. Con esa que marcha ahora al lado de muchas
personas que lo vieron nacer, y que siempre las ha llevado en un rinconcito de
su corazón.