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jueves, 2 de enero de 2014

En un rinconcito del corazón




El Rinconcito es una comunidad del municipio tunero de Jobabo, en el oriente de Cuba. No hace tantos años allí vivían cerca de mil habitantes, sin embargo, algunos han emigrado a zonas donde están más cerca de la carretera y de sitios con mejor situación con el agua potable.
Pero un joven de 31 años se ha encargado de transformar la situación. Su nombre es Alexis Rodríguez Espinosa, un licenciado en logopedia que ha devenido delegado del Poder Popular, porque la mayoría de los habitantes lo eligieron abierta y democráticamente para ocupar tal función.
Desde hace casi un año gobierna la zona rural con varias dificultades por resolver, pero que ya sus empeños por cambiarla van más allá de su esfuerzo personal.
Ha inmiscuido a todos los estudiantes de la enseñanza primaria que tiene en su radio de acción y con ellos, como protagonistas, lleva adelante un proyecto comunitario que lo ha llamado Palma sola. “Así, por el nombre de una obra del poeta nacional cubano Nicolás Guillén y porque este lugar está muy apartado de la ciudad” -explicó Rodríguez Espinosa a entrevista realizada para la televisora Tunas visión.
El proyecto consiste en resaltar el potencial artístico y cultural de los niños para buscar unidad, interacción, y eliminar inclinaciones de indisciplinas sociales. Pero con ello también se prevé la construcción de un centro de referencia cultural territorial, a través del cual se mejorarán los caminos y carreteras, y quedará resuelta la situación de la escasez de agua.
El nuevo delegado tiene en su jurisdicción una bodega, círculo social, consultorio del médico, un comedor para asistencia a personas con bajos ingresos, sala de vídeo y escuela, la cual constituye el centro de la comunidad.
“Yo nací aquí y me fui de pequeño a estudiar a la escuela para ciegos de La Habana. Después hice la enseñanza preuniversitaria y más tarde la licenciatura en defectología y logopedia. Cuando decidí regresar para acá una amiga me dijo que me arrepentiría y el otro día la vi en Las Tunas y le recalqué que no me había arrepentido todavía de haber venido, ni lo haré nunca” –dijo  el joven gobernante.
Los electores de El Rinconcito siguen a su delegado. Él convoca y el pueblo ejecuta los objetivos. Tiene fe en la transformación. Asume con entusiasmo cada tarea al lado de sus vecinos.
Sus padres lo apoyan y estimulan. Su hijo no es bien considerado porque sea invidente de nacimiento, sino porque se ha ganado el respeto por su esfuerzo y modo optimista de ver la vida. Con esa que marcha ahora al lado de muchas personas que lo vieron nacer, y que siempre las ha llevado en un rinconcito de su corazón.